La noticia se publica en el diario francés de Le Monde. Según el cuarto informe del Observatorio Nacional del Suicidio, publicado el pasado 10 de junio, el 30% de los solicitantes de empleo están considerando seriamente suicidarse, en comparación con el 19% de los trabajadores activos, datos que resultan especialmente preocupantes en la situación de emergencia sanitaria, que se está combinando con una crisis económica y social. Perder el trabajo tiene consecuencias en todas las áreas de la vida (familia, relaciones sociales) y efectos nocivos sobre la salud de los desempleados (trastornos del sueño, dieta desequilibrada, menos actividad física, comportamientos adictivos, etc.). El desempleo conduce a un deterioro en la salud mental, que puede variar desde la ansiedad hasta la depresión e incluso, en su forma más dramática, hasta el suicidio, detalla el informe. El riesgo de muerte por suicidio de los desempleados es mayor que el de los trabajadores activos, especialmente entre los hombres entre 25 y 49 años. En el informe se subrayan los factores sociales como desencadenantes de la conducta suicida y la violencia que se dirige al “ser social” con los despidos y la pérdida del empleo.
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